David Lay

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Renè Magritte, The Son of Man, 1964
Renè Magritte, The Son of Man, 1964

Muchos de los grandes problemas en las empresas, se atribuyen a falta de comunicación, o a mala comunicación, o a comunicación incorrecta.

Personalmente, creo que no es un mal diagnóstico. Mas me parece que la mayoría las medidas para corregir este problema están completamente mal enfocadas, porque al parecer, la comunicación es mucho más complicada de lo que se cree.

Las medidas implementadas, generalmente apuntan a distribuir mejor el flujo de información y fortificar la cadena de mando para que las personas indicadas se enteren de la información correcta en el momento adecuado.

En papel, eso suena muy profesional, muy serio y muy eficiente. La verdad es que soluciona algunos problemas de comunicación, pero empeora los que realmente importan.

En la el manifiesto por el desarrollo ágil de software, el primer principio es “Individuos e interacciones, por sobre procesos y herramientas” y no es casualidad que sea el primer principio, ya que es sobre comunicación: la de verdad.

Todo este preámbulo es para enfatizar la diferencia entre la comunicación “coloquial” en las empresas entre empleados y la comunicación real, que es entre personas.

Parte del adoctrinamiento del profesional, es que cuando entras a una oficina como empleado, dejas tus problemas personales en la casa y te colocas una careta de eficiencia y pro-actividad. Eso deshumaniza el trabajo y lo hace más “fácil” al usar formalidades y protocolos, pero mata la comunicación directa y honesta, abriendo el mercado negro de los rumores y pelambres. Es un adoctrinamiento tan, pero tan fuerte, que incluso cuando intentamos crear una cultura horizontal, con buena onda y cariño, igual observamos problemas de confianza y autocensura, o lenguaje “profesional” recatado y con eufemismos, incluso pelambre y secretos innecesarios.

La careta de profesional es dañina porque nos impide empatizar con nuestros compañeros de trabajo, y de esta forma nos impide comunicarnos de manera efectiva. Porque la comunicación es en gran parte empatía, junto a la consideración que conlleva. Sin consideración por el otro, no podemos usar las palabras correctas o el tono correcto para transmitir las ideas y el significado correcto. Ese es el verdadero problema de comunicación, no los procesos o las políticas o la jerarquía o la falta de ellos.

Entonces, para combatir los problemas de comunicación, lo que propongo que nos quitemos esa careta y aceptemos que somos personas trabajando junto a personas, y que todos tenemos tristezas y alegrías, y si alguien está con problemas que interfieren con su trabajo, intentemos liberarles el camino para que los resuelvan de manera responsable.

Bajo esta nueva mirada, pretendo promover que es necesario que re definamos el significado de un “profesional” para que deje de ser la imagen de un traje con cara de palo y hablando solamente frases prefabricadas. Todos cagamos hediondo, todos tenemos problemas, y todos tenemos personalidades. Es parte de la igualdad y la inclusión, es parte de reclamar nuestra humanidad y de eliminar la cultura de la revolución industrial.

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