Agilistas Parásitos

Estamos nadando en agilistas que nos quitan la sangre y parasitan nuestros proyectos para mantener relevantes sus trabajos.

David Lay

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Esta es obviamente una opinión muy poco popular en los círculos de agilistas, porque hay muchos intereses comprometidos en el negocio de la agilidad. Sin embargo fuera de los círculos ágiles nos ven como un conjunto de estereotipos… Y honestamente no es totalmente culpa de ellos.

El tono de este post es bien negativo y amargo, principalmente porque creo que este tipo de asuntos hay que enfrentarlos de cara y tener una discusión franca ya que afecta al profesionalismo de la industria entera.

Como alguien que ha trabajado con agilidad desde los inicios y que ha intentado de varias maneras llevar a cabo transformaciones sin abandonar mi posición de dev, puedo también darme cuenta de estos estereotipos de quienes se “dedican a la agilidad”. Pero para mi son más que simple estereotipos. Los veo como parásitos que consumen fuerza y recursos del equipo para poder mantener sus puestos.

Todos los años de discusión honesta, proyectos efectivos y éxitos concretos con agilidad no parecen significar nada cuando estas hordas de parásitos infectan las empresas que, válidamente, quieren ellos también ser parte de esta transformación ágil que promete tantos buenos resultados.

Voy a describir cuatro tipos de parásitos que me parecen los más relevantes, luego cerraré con una crítica más grande que se desprende de todo esto.

Los Nuevitos

Hay un montón de agilistas que se están dedicando a la gestión ágil de manera exclusiva, entrenados desde cero para ser nada más que scrum masters o agile coaches, sin tener una mínima idea de qué es el desarrollo de software.

Han sido validados por un certificado y tienen un set de herramientas base desde su formación que les permite parecer un elemento productivo, o que al menos se defienden con algunos tecnicismos, pero que en realidad, no les sirven para enfrentar la realidad y complejidades de un equipo de profesionales, muchas veces incluso siendo muy contraproducentes.

Generalmente no les interesa la “parte técnica” y tienen algún grado de desprecio motivado desde la envidia o la ignorancia por el trabajo de los desarrolladores y por lo tanto son incapaces de comunicarse o siquiera empatizar con ellos. Son parásitos porque siempre tratan de llamar la atención hacia los procesos y las metodologías que les enseñaron siendo completamente impermeables a las necesidades del equipo.

Son muy frecuentes en las consultoras grandes, vendidos por hora como si fueran kilos de carne a empresas que no saben qué es la agilidad y quieren que alguien les valla a armar una de estas famosas “células” de transformación de las que el gerente escuchó en un almuerzo hace dos días. Generalmente y con los años, evolucionan a chantas o (a)giles.

Los Chantas

Todas las profesiones y todas las disciplinas tienen chantas que intentan engañar de una u otra forma a sus clientes ofreciendo servicios para los que ellos saben que no están preparados y tampoco les interesa estar preparados.

Estos son profesionales de las apariencias que aprenden los gestos, los términos y las mecánicas de las profesiones y logran ser vistos como profesionales competentes, charlistas exitosos, negociantes o emprendedores. Se destacan por usar mucho su carisma y habilidades de conversación.

Son peligrosos por si mismos y una amenaza tanto para proveedores honestos como para clientes. Especialmente porque cuando son descubiertos probablemente ya es muy tarde para salir librados sin consecuencia.

En la agilidad, se destacan por estar llenos de certificaciones, interesarse particularmente en venderse y naturalmente realizan una gestión opaca y tradicional. Son los primeros en sacar el “látigo y la zanahoria” y su discurso “ágil” es para el público mientras en acciones realiza todo lo contrario. Sospechar principalmente de “conferencistas” y de “emprendedores seriales”.

Los Convertidos

Jefes de proyecto o gente de RR.HH que han “aprendido” agilidad y que no han entendido ni la primera letra del manifiesto ágil. La agilidad para estas personas es simplemente otro nombre para lo que estaban haciendo antes, solo que ahora con palabras más delicadas y postits.

Algunos no pecan de maldad ni de indiferencia, muchos de ellos eran muy capaces en sus anteriores puestos y probablemente se vieron forzados a aprender esta nueva ola de gestión, pero en el caso de ellos, es tan difícil como respirar bajo el agua.

Otros están en esto porque “es solo su trabajo” y por lo tanto no están comprometidos ni interesados en los principios o las motivaciones detrás de la agilidad, lo que resulta en que se preocupan solamente de quedar bien con sus jefes, mostrar buenos números y que el proyecto se ejecute bien (para no quedar mal), y no dudarán en usar estrategias de su cómodo pasado para lograrlo.

Estas personas parasitan los proyectos ágiles haciendo que todo valla mucho más lento, enfatizan la documentación exhaustiva, se enzañan con las estimaciones, preguntan siempre “como vamos”, quieren constantemente que el equipo “aumente su velocidad” y organizan reuniones eternas para asuntos sin importancia. Son incapaces de adaptarse al desarrollo iterativo, probablemente frustrados por el constante descubrimiento y cambio de alcance, queriendo controlar cada coma de las especificaciones. Pierden muchas oportunidades de mejorar y de formar equipo.

En general, estos parásitos dañan desde su odio o desmedro por la agilidad (que puede ser consiente o inconsciente) y se sienten mucho más a gusto en un ambiente de control y comando, por lo que hacen todo lo posible por empujar el equipo, las reglas y las circunstancias para que todo vuelva a ese ambiente.

Los Iluminados o (a)Giles

Estos son para mi los más peligrosos (aparte de los chantas, claro). Son agilistas que siendo muy apasionados de los fundamentos, teniendo experiencia en el desarrollo de software y no solo capaces pero también ávidos de conocimiento y participación en las comunidades, siguen parasitando los proyectos sin darse cuenta, como una especie de almas en pena.

Principalmente son Scrum Masters, certificados o no, pero con varios años de experiencia, que han renegado de su trabajo previo y han cambiado a la gestión en tiempo completo y al hacerlo, en su mente, han trascendido de su cuerpo carnal hacia el nirvana del trabajo en equipo, la teoría del eneagrama y quizás cuanta otra parafernalia más que existe.

Puedes identificarlos si cumplen con varias (o todas!) de estas características:

  • Trabajan para una consultora y su asignación es exclusivamente asesorías de gestión en la agilidad
  • Usa poleras exclusivamente de agilidad por toda la semana
  • Tiene plumones y tizas de marcas exóticas que usa para dibujar en pliegos de papel que probablemente el/ella mismo/a anda trayendo para todos lados
  • Cuando explica algo de agilidad, es como que estuviera contando sobre una revelación espiritual y sientes que te quiere reclutar para una secta
  • Es muy extraño escucharlo hablar de otra cosa que no sea de agilidad o de gestión, incluso fuera del trabajo
  • Porque asiste a seminarios y talleres de temáticas exóticas o tribales
  • Porque no ha puesto código en producción de su propia autoría ni ha participado liderando actividades productivas (UX, Diseño gráfico, Contenidos, etc) hace años
  • Aplican conceptos de agilidad en ambientes no-laborales y hacen charlas no solicitadas al respecto apenas tienen la oportunidad

La clave es que estos personajes son especialistas ágiles hace ya un tiempo y están metidos hasta las patas, lo creen con su cuerpo y alma. Al hacerlo se han desconectado completamente del mundo terrenal del desarrollo de software y han comenzado a vivir su fantasía de un mundo mejor, una utopía en donde todos somos equipos de alto rendimiento, transpiramos empatía y toda nuestra vida es en base a experimentos iterativos.

Son parásitos porque no trabajan para el cliente, para el producto ni para el equipo. Trabajan para ellos mismos y para llevar a cabo sus ideales de transformación cultural. A veces resulta que el agilista entusiasma y contagia al equipo de una manera sana, pero es una simbiosis temporal que tarde o temprano va a matar al huésped.

¿Y que queda entonces? ¿Qué agilista no es un parásito?

No todas las personas con poca experiencia van a ser “Nuevitos” ni todos los JP que aprenden agilidad van a ser “Convertidos” ni todos los agilistas entusiastas son “(a)Giles”. Son obviamente exageraciones y si bien hemos conocido a una o dos personas que calzan perfecto en algún perfil, lo más común es que cada uno de nosotros presente en algún momento alguna de las características.

La verdadera crítica de este post es sobre el foco de la agilidad. El foco está en generar buenos productos y servicios, no en ser auto-referente ni un mercado por si sola. La agilidad es una cultura profesional y como tal debe ser parte del que-hacer profesional de cada uno, no algo que se agrega contratando un especialista.

Un profesional que no tiene un rol productivo dentro de un equipo es un parásito, que gasta la energía y recursos del equipo desviándolo de su real propósito.

Un equipo que no puede encontrar su ritmo o balance sin la ayuda de un facilitador o alguien que los lleve de la manito, es un equipo inmaduro.

Ni la gestión ni la facilitación deberían ser roles asignables dentro de un equipo ágil. Ambas deberían ser responsabilidad de todos y cada uno de los profesionales en el equipo. Los nuevos deben aprender viendo a los más experimentados tomar decisiones durante las complejidades del proyecto en vez de ser lanzados al fuego todos juntos con solo un ‘coach’ y esperar que las cosas resulten bien por la magia de la agilidad.

Los agilistas del desarrollo de software deben ser profesionales en cualquiera de las disciplinas que conlleva su producción, sea el diseño de UI, de UX, de contenido, programación, servidores, métricas, de negocio, o cualquier otra. Un agilista es un profesional capaz y dedicado a su área y que además ha incorporado la agilidad dentro de su que-hacer.

Los scrum masters, product owners, facilitadores y todos los otros roles inventados por los marcos de trabajo no son nada más que parches para un equipo inmaduro y agregan burocracia incluso cuando son ejecutados por personas que entienden el motivo real de sus roles en contexto (¡uff, que pocos hay de esos!).

La única excepción que haré a los párrafos anteriores es para los profesores e instructores de agilidad, ya sean agilistas que encontraron vocación en enseñar o educadores que han aprendido los principios ágiles y los llevan a más equipos día a día. Eso sí, como los cursos venden harto, hay mucho chanta dando vuelta en este ámbito, tengan cuidado y elijan bien sus mentores.

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