David Lay

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La velocidad es una de las métricas más conocidas de la agilidad, por lo fácil de comprender y lo sencillo de capturar, sin embargo, es peligrosa y llena de prejuicios.

Cuando tenemos un equipo ágil, generalmente este registra sus tareas de desarrollo que vendrán a futuro en una cola llamada “backlog”, generalmente definidas en baja fidelidad, sin prioridad y sin estimación.

Cuando llega el momento de que entren al ciclo de desarrollo, se les otorga una estimación, ya sea en horas, puntos o tamaño. Para el ejercicio digamos que usaremos puntos. (Explicaré que se entiende por puntos en un post futuro sobre estimaciones). Previamente el equipo estima cuantos puntos es capaz de hacer en la iteración, para poder realizar un compromiso. Al final del periodo de la iteración, se mide cuantos puntos fueron entregados al cliente. Este número es la velocidad: puntos por iteración. Este número se convierte en el nuevo número de máximo compromiso responsable para la siguiente iteración. Muy sencillo.

Resulta que esta métrica se hizo famosa por la metodología Scrum, una de las metodologías que calló victima de la comercialización, y muchas personas que no entienden la cultura ágil rápidamente se subieron al carro de la agilidad en un curso de dos días que los “certificaba” como “maestros”. Estas personas luego llegaron de vuelta a sus equipos y aplicaron esta métrica de velocidad no solo como información del desempeño del equipo sino como una medida de productividad individual, y como punto de comparación de equipos unos con otros. Tampoco el nombre ayudó mucho a la métrica ya que al uno pensar en velocidad, inmediatamente se imagina un acelerador y da la idea que se puede “apretar a fondo” (esa es la parte peligrosa que mencionaba al principio).

Para dejarlo claro, la velocidad no es una medida de desempeño, ni de equipo ni individual. Es simplemente una información que le permite al equipo entender con cuánto se puede comprometer responsablemente para la próxima iteración. Como tal, no se puede acelerar ni intervenir de ninguna manera, es solamente un número de salida. Al ser un número que depende de las estimaciones del equipo, tampoco puede ser comparable entre equipos, ya que cada equipo estima dependiendo de sus condiciones.

Decir “este equipo es más veloz que otro” o cualquier otra cosa similar en base a sus velocidades no es solamente incongruente, sino que además es contraproducente, porque genera competitividad (además injusta, los número no son comparables!) cuando debiera haber colaboración.

Decir “tenemos que aumentar la velocidad para llegar a fin de año” o cualquier cosa similar, en donde por velocidad se entiende esta métrica en particular, es completa y totalmente injusto, porque en estricto rigor, se está solicitando realizar estimaciones más bajas, o lo que es lo mismo, hacer compromisos que sabes que no vas a poder cumplir (porque tienes números que te lo dicen!). Si se llega a un punto en el que se discute esta “estrategia”, es más sano asumir la pérdida y transparentar el atraso con el cliente para solicitar mayor plazo, porque ninguna otra opción da buenos resultados. Además, se debió hacer algo al respecto mucho antes, los números te debieran indicar tendencias para saber si llegarás al plazo o no.

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