A la agilidad le falta rock
A la agilidad le falta rock. Le falta esa actitud de buscar su propio camino y que se opone duramente a lo que es falso o ambiguo. Estamos llenos de palabras bonitas, eufemismos enfermos y palabras que no significan nada.
La excesiva y violenta demanda por la agilidad que invadió la industria del desarrollo de software ha permitido que empresas vendan sin problemas lo que sea que ellos decidan que es la agilidad.
Esto ha significado una increíble venta de humo que, como tal, se hace mediante el establecimiento de un vocabulario y una tonalidad particular llena de marketing y muy cuidada. Por algún motivo, ha resultado que esta tonalidad y vocabulario que han elegido, es algo así como inspiracional casi místico y medio hippie con toques de romanticismo.
¡Yo digo que es pura mierda!
La verdad es que eso agota a los 10 minutos… y llevo ya varios años viendo lo mismo, así que estoy bien fastidiado con esta estupidez. Si quiero que me hablen así voy por flores de bach o por yoga trascendental.
Con agilidad desarrollamos productos de software y si bien hay un montón de creatividad, nuestros productos se realizan con trabajo duro, disciplina, calidad, estudio y seriedad, hablar en ese tono idealizado de la iluminación ágil. lo único que logra es generar falsas expectativas y decepciones, porque la verdad es que en la agilidad se libran muchas batallas y se toman decisiones todos los días y se necesita un carácter profesional para hacerlo.
Ya he visto mucha gente entusiasmarse por la agilidad como una forma mágica de hacer las cosas en que nada puede salir mal bajo la protección del paladín scrum master y todos siguen la sabia guía del místico product owner, solo para ser enfrentados con la realidad de que sigue trabajando con personas tal como antes y los desafíos son los mismos que antes y que todos siguen teniendo defectos y cagando hediondo.
Basta de vender la agilidad como la cura de todos los males porque en realidad lo único que hace (cuando se hace bien) es exponer los defectos y dejar heridas abiertas. De ahí es tarea del equipo (es una tarea bien compleja y sucia) el arreglar esos defectos y parchar las heridas.
La agilidad no es para cobardes ni para personas faltas de criterio, al contrario, te hace madurar rápidamente o te expone como el farsante que siempre fuiste… a muy poca gente le agrada ser expuesta…
Es cierto, si se superan todas estas tribulaciones, terminas en un lugar ideal y muy productivo, pero no es fruto de la magia, es fruto del trabajo y esfuerzo de todos, junto con el dolor de los sacrificios que se hacen en el camino.
Y entonces le toca al trabajador preguntarse “¿por qué ahora mi trabajo es mucho más complejo y la paga es la misma? ¿no estaba mejor trabajando antes de la otra forma?” y aquí es donde comienza el cuestionamiento y desde donde la motivación inicial juega en contra. Si vienes motivado por los arcoíris y la magia, te vas corriendo de vuelta a tu lugar seguro o comienzas a generar un anticuerpo por la agilidad que solo crecerá con el tiempo.
Si motivamos correctamente a la gente sobre la agilidad, sobre el foco en el producto y el usuario, sobre tener un impacto, sobre trabajar con calidad y sobre generar un equipo de trabajo serio y fuerte entonces motivamos gente que sabe que el camino para llegar a eso será feo y difícil y que el destino será gratificante. Además, seleccionaremos mucho antes a la gente que tiene más posibilidades de llegar a destino, generando mucha menos frustración.
La agilidad no debería tener tanto protagonismo en nuestro quehacer ni en nuestro discurso. Aprender a trabajar en equipo, súper importante. Desarrollar habilidades blandas, súper importante… pero estas cosas no reemplazan el desarrollo de habilidades técnicas ni la dedicación profesional por el producto o el hacer productos de calidad. De ahí es donde nace la agilidad y desde la calidad, la ambición por impactar y la expertise técnica es donde se debe comunicar.
Y ni me vengan a hablar del eneagrama, las teorías de generación de equipo, psicología, team-building y todas esas mierdas que venden los coaches. UNA vez quizás esté bien. PUNTUALMENTE puede que sean aplicables, pero no vengan a llenarnos la cabeza de estupideces y déjennos hacer buen software.
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